Más de 14 muertes al día por contaminación en la Comunidad de Madrid
Fuente : https://www.nuevatribuna.es/articulo/sanidad/mas-14-muertes-dia-contaminacion-comunidad-madrid/20181218163655158512.html
Autor: Carlos Sánchez Fernández
Se estima que en la Comunidad de Madrid hubo en 2015 un total de 5.416 muertes por alta contaminación, lo que supone un promedio de 14,83 muertes al día en ese año por este problema. De esas muertes, 3.914 fueron culpa del PM10, 1.250 se debieron al Dióxido de Nitrógeno y 252 al Ozono. Según la AEMA (Agencia Europea de Medio Ambiente) unos 15 millones de españoles respiran un aire que la Unión Europea considera insalubre. Las áreas más afectadas son Madrid y Barcelona.
En el año 2014, según la OMS, se estima que dos de las partículas materiales de diámetro inferior a 10 micras, el Ozono y el Dióxido de Nitrógeno, fueron responsables de 1.800 y 8.900 muertes prematuras en España, respectivamente. Las partículas PM2.5 también causaron el fallecimiento precoz de 27.900 personas en nuestro país, que se sitúa como el quinto país europeo donde más impacto tiene este tipo de contaminantes.
En total, la exposición prolongada a la contaminación atmosférica ha provocado la muerte prematura de 518.700 personas en 41 países de Europa en 2015, según el informe anual de calidad del aire realizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Entre los países más afectados nos encontramos con Italia, con un total de 84.300 muertes prematuras por contaminación, seguido de Alemania, con un total de 78.400 muertes, y en tercer lugar Polonia, con 47.500 muertes prematuras. España se sitúa en el sexto lugar de la tabla y en 2015 se incrementaron las muertes producidas por contaminación en un 23%.
DIFERENTES EFECTOS SOBRE LA SALUD
La contaminación atmosférica tiene diferentes efectos sobre la salud, causando muchas molestias en una gran proporción de población afectada. En el nivel más bajo podemos encontrar muchos tipos de molestias debido a la contaminación en un gran círculo de población. En menor medida, la contaminación atmosférica puede provocar cambios fisiológicos de significación incierta y cambios fisiopatológicos, que afectan a un número menor de población, pero tienen una mayor gravedad. La morbilidad y la mortalidad afectan a muy poca densidad de población, aunque son las causas más peligrosas del aire en mal estado.
Dentro del amplio rango de los efectos nocivos sobre la salud, cobran especial relevancia aquellos que se producen sobre el sistema cardiovascular y el tracto respiratorio, tanto superior, como inferior, algo que ya ha sido publicado por diferentes autores. Es cierto que las infecciones del tracto respiratorio son consideradas la principal causa de estos procesos; no obstante, ha sido descrito un efecto aditivo o sinérgico con los contaminantes.
Además, la alta contaminación puede producir una serie de daños que se van agravando con los años en los sujetos expuestos. En el útero puede ser la consecuencia de una microcefalia en el embrión o un menor peso al nacer y cambios en el epigenoma que pueden producir cáncer posteriormente. Cuando la persona aún es un bebé, la alta contaminación puede producir problemas de desarrollo, mayor frecuencia de sibilancias y de tos. En un niño ocasionará comúnmente un desarrollo más lento de la función pulmonar, así como mayor incidencia de asma e inicio de aterosclerosis, así como problemas en el desarrollo intelectual. Los niños pequeños respiran más aire en relación con su peso corporal que las personas de otros grupos de edad. Esto significa que respiran más contaminantes, por lo que la contaminación del aire les afecta más. La defensa del cuerpo y los sistemas pulmonares tampoco están completamente desarrollados todavía, y por otro lado permanecen más a tiempo al aire libre lo que les expone más a la contaminación. Por lo tanto, los niños pequeños no pueden combatir fácilmente las enfermedades que pueden resultar de la contaminación del aire.
Al llegar a la edad adulta, el haber estado expuesto a una alta contaminación podrá desencadenar en una disminución acelerada de la capacidad pulmonar, asma, una diabetes tipo 2, ataques al corazón y el comienzo de un cáncer pulmonar, también se ha señalado relación con otros tipos de cáncer (vejiga, leucemia, mama, etc), enfermedades neurodegenerativas y alteraciones en la espermiogenesis (mala calidad del esperma). Por último, en una persona mayor afectará directamente a su capacidad cognitiva, tendrá un alto riesgo de ataques al corazón e insuficiencias cardiacas, así como un cáncer de pulmón. Las personas mayores pueden tener pulmones, corazón y sistemas de defensa más débiles. También pueden tener una afección pulmonar o cardiaca no diagnosticada.
43% DE LAS MUERTES POR EPOC
La OMS recuerda que la contaminación provoca el 43% de las muertes por enfermedad pulmonar destructiva crónica (EPOC), el 29 % de las muertes y enfermedades por cáncer de pulmón, el 25 % de las muertes y enfermedades por cardiopatía isquémica, el 24 % de las muertes por ictus, y el 17 % de las muertes y enfermedades por infecciones respiratorias agudas.
Cansancio, dolor de cabeza, mareos, irritación de algunas zonas… Todos estos síntomas pueden ser fruto de un espacio altamente contaminado. Estos síntomas pueden ser más acusados si se ha pasado mucho tiempo en las áreas afectadas. Las personas con enfermedades pulmonares o cardíacas pueden experimentar síntomas más frecuentes y graves que pueden incluso ser mortales.
Las partículas inhaladas tienen dos efectos: la disolución y entrada en el torrente sanguíneo y la inflamación pulmonar. Las partículas inhaladas que entren por el torrente sanguíneo penetrarán en el Sistema Nervioso Autónomo, provocando o cambios en la resistencia vascular, causando una hipertensión en el afectado, o cambios en el ritmo cardiaco, que desencadenará un aumento en la frecuencia cardiaca, y por lo tanto una arritmia.
Por otro lado, las partículas inhaladas que están en contacto con los pulmones van a ocasionar una inflamación pulmonar y una liberación de mediadores, donde se puede originar una coagulación sanguínea que puede formar una trombosis en los vasos coronarios, creando así una enfermedad isquémica del corazón.
Es evidente que la capital de España ha sido configurada durante años para favorecer el tráfico rodado y más específicamente los vehículos particulares por lo que si queremos abordar en serio el problema tenemos que cambiar este panorama.
Las principales medidas a tomar son:
1.- Priorizar el transporte público en la ciudad
2.- Establecer medidas disuasorias para el uso de los vehículos privados.
3.- Fomentar y favorecer la movilidad andando
4.- Favorecer el uso de transportes no contaminantes como la bicicleta o los coches eléctricos
5.- Utilizar medidas puntuales de limitación de velocidad y de prohibiciones de acceso de los vehículos privados al centro de la ciudad, en los momentos con mayor contaminación.
Por eso parece necesario apoyar la actual iniciativa de Madrid Central, que supone un paso adelante en la buena dirección, pero a la vez hay que plantearse su ampliación cuando menos al área interior de la M30 si queremos abordar seriamente el problema.
La lista Forbes de los 100 mejores médicos
Fuente : https://lacronicadesalamanca.com/author/ad-sanidad-publica/
Autor: Esperanza González Marín
De estos datos nos sorprende, sobre todo, el elevado porcentaje de médicos de la lista que trabajan en la sanidad privada y el de los que trabajan, simultáneamente, en ambas. También llama la atención el bajo número de mujeres (18), sobre todo teniendo en cuenta que la proporción de médicas en nuestro país es de más de la mitad de los colegiados (50,4% en el año 2017).
Ante esto se nos plantean varias preguntas. Lógicamente la primera es que desconocemos los criterios seguidos para la elaboración de la lista. Si no ha existido ninguna intención propagandística nos da por pensar si no estará habiendo una deriva de los profesionales hacía la sanidad privada ocasionada por una sensación de maltrato y una búsqueda de mejores condiciones económicas, laborales y de desarrollo profesional. Lo que desde luego crearía una preocupante y peligrosa situación para nuestra sanidad
Carta a los Reyes Magos de un médico de Atención Primaria
Fuente : https://www.saludadiario.es/opinion/carta-a-los-reyes-magos-de-un-medico-de-atencion-primaria
Autor: José Generoso Gómez Cruz
¿Por qué deberíamos tener una empresa farmacéutica pública?
Fuente : https://www.nuevatribuna.es/articulo/sanidad/deberiamos-tener-empresa-farmaceutica-publica/20181210120232158249.html
Autor: Marciano Sánchez Bayle
La frecuente situación de desabastecimiento farmacéutico (el ultimo ejemplo es la escandalosa actuación de Aspen) y el elevado gasto en medicamentos, que tiene un muy preocupante crecimiento (14% entre 2014 y 2017 y el 22,7% solo en farmacia hospitalaria) obliga a la búsqueda de soluciones para hacer sostenible esta situación a la vez que se garantiza a todas las personas el acceso a los medicamentos que necesitan. En este contexto se ha planteado la idea de poner en marcha una empresa pública de fabricación de medicamentos, y por eso me gustaría señalar al menos 5 motivos concretos y una reflexión estratégica que a mi entender sustentan esta propuesta.
- Para garantizar la seguridad de los medicamentos. El reciente caso del Valsartan ha puesto de relieve como con frecuencia las farmacéuticas intentan maximizar los beneficios mediante la “externalización” de la producción de los medicamentos, en países conde los controles de calidad son menos rigurosos, y eso produce potenciales riesgos sobre los usuarios. Una industria pública permitiría que los criterios económicos no se impusiesen sobre la seguridad de los enfermos.
- Para acabar con los desabastecimientos. Los grandes beneficios de la farmacéutica se complementan con la desatención de aquellos medicamentos que aun siendo efectivos tienen una baja rentabilidad (se ha denunciado en España el desabastecimiento de 170 medicamentos, cuyo suministro no se asegura por las farmacéuticas porque tienen precios muy bajos y/o porque han desarrollado alguna alternativa de eficacia similar pero de mayor precio), lo que evidencia, una vez más, la preocupación de las farmacéuticas solo por sus extraordinarios beneficios y no por la salud de la población. El caso de Aspen de utilizar el desabastecimiento para presionar en la consecución de aumentos de precios es el ultimo escándalo conocido al respecto. Una de las tareas de una empresa pública es acabar con estas situaciones garantizando la accesibilidad de todos los medicamentos de eficacia probada aunque no tengan rentabilidad empresarial, eliminando de paso las maniobras especulativas de las farmacéuticas.
- Para reenfocar la investigación. Es bien conocido que las farmacéuticas dirigen una parte muy sustancial de la investigación hacia por un lado áreas de gran rentabilidad económica, no necesariamente social, y hacia modificaciones poco significativas de moléculas preexistentes que les permitan nuevas patentes a precios muy superiores sin añadir un valor terapéutico significativo. Una industria publica valdría para reenfocar esta situación y potenciar la investigación hacia enfermedades prevalentes desatendidas, y hacia áreas ahora casi abandonas por sus elevados costes y escasa rentabilidad (el mejor ejemplo es la búsqueda necesaria de nuevos antibióticos ante la utilización inapropiada de los mismos).
- Mejorar la transparencia. Las empresas farmacéuticas frecuentemente distorsionan el acceso a las informaciones sobre efectos adversos, limitaciones, etc, de sus medicamentos, una empresa pública serviría para garantizar la transparencia de todas las actuaciones, problemas y efectos adversos relacionados con la producción y utilización de los medicamentos.
- Favorecer el control de los precios. Una empresa pública podría mejorar la relación entre los precios reales de producción y dispensación, tanto por los precios de sus productos, como por su influencia sobre los competidores no públicos. Conviene recordar que una de las propuestas iniciales del denominado Obamacare era precisamente el establecer un aseguradora pública que pudiera ejercer esta función de moderación de los precios de los mismo (se calculaba que lograría rebajas en torno al 15%) Otro ejemplo, en Brasil recientemente una iniciativa empresarial pública proponía la producción de Sofosbuvir a un precio 5,81 veces inferior del que factura Gilead (que por cierto vende el producto en ese país a 16.000 reales, unos 4.000€ al cambio).
La reflexión estratégica tiene que ver con el punto anterior. La presencia de una empresa farmacéutica pública daría un gran margen de negociación al gobierno a la hora de acordar y/o pactar precios y condiciones con las farmacéuticas, un margen hasta ahora inexistente, debido en gran parte en la ausencia real de alternativas. Imaginemos que el Gobierno en su día hubiera decidido en el caso del Sofosbuvir la “quiebra de la patente” ante una necesidad de salud pública, al día siguiente se hubiera encontrado en la misma situación de no poder atender la demanda asistencial, porque ninguna otra empresa estaría dispuesta a fabricar el producto por miedo a las consecuencias (legales, boicoteo de productos, etc.). Solo la presencia de una industria pública farmacéutica convierte a esa alternativa en una realidad factible.
Finalmente habría que hacer otras consideraciones suplementarias. En primer lugar podría pensarse que el elevado numero de medicamentos existentes (mas de 70.000 patentes de medicamentos en el mundo), seria un obstáculo difícilmente salvable. No obstante conviene recordar que la ultima lista de medicamentos esenciales actualizada por la OMS en junio de 2017 recoge solo 433 medicamentos, y que ese elevado numero de patentes incluye toda la variedad de “pseudo medicamentos” presentes en el mercado, que ninguna industria pública seria tendría el menor interés en producir. Incluso admitiendo que la lista de la OMS es probablemente demasiado restrictiva, no tiene interés la producción pública de mas de 1.000 o 1.500 medicamentos distintos, y por supuesto cualquier intento consistente de poner en marcha una industria pública, debería de comenzar por un listado mucho mas limitado, porque se trata de un sector que precisa inversiones y experiencia para poder desarrollarse que no pueden improvisarse de la noche a la mañana.
La segunda es el conocido problema de las patentes y los sistemas internacionales que las protegen, una realidad incuestionable, que debería de cambiarse y que solo es factible hacerlo a escala internacional, precisando de actuaciones coordinadas y muy complejas, en las que por supuesto hay que ir dando pasos. Ahora bien, fiarlo todo a este cambio en las relaciones que regulan el comercio y la investigación en el ámbito global, me parece una actitud demasiado pesimista, porque es improbable que se consiga a corto y medio plazo. Algunas cosas pueden y deben hacerse aquí y ahora, propiciar un industria pública farmacéutica es una de ellas, y por cierto nada fácil de conseguir, porque va contra la tendencia neoliberal de privatizar y adelgazar el estado, y se encontrara con una gran resistencia de ese poderoso “lobby” que es Farmaindustria.
La tercera tiene que ver con la existencia de un dispositivo público en nuestro país, el Centro Militar de Farmacia de la Defensa que posee instalaciones y personal cualificado para constituir un embrión de esta empresa pública farmacéutica y que a día de hoy se encuentra totalmente infrautilizado.
Entiendo que hay razones suficientes para poder avanzar en esta iniciativa, que puede ser clave para garantizar la sostenibilidad de la Sanidad Pública en nuestro país.
¿Por qué deberíamos tener una empresa farmacéutica pública?
Fuente : https://www.nuevatribuna.es/articulo/sanidad/deberiamos-tener-empresa-farmaceutica-publica/20181210120232158249.html
Autor: Marciano Sánchez Bayle
La frecuente situación de desabastecimiento farmacéutico (el ultimo ejemplo es la escandalosa actuación de Aspen) y el elevado gasto en medicamentos, que tiene un muy preocupante crecimiento (14% entre 2014 y 2017 y el 22,7% solo en farmacia hospitalaria) obliga a la búsqueda de soluciones para hacer sostenible esta situación a la vez que se garantiza a todas las personas el acceso a los medicamentos que necesitan. En este contexto se ha planteado la idea de poner en marcha una empresa pública de fabricación de medicamentos, y por eso me gustaría señalar al menos 5 motivos concretos y una reflexión estratégica que a mi entender sustentan esta propuesta.
- Para garantizar la seguridad de los medicamentos. El reciente caso del Valsartan ha puesto de relieve como con frecuencia las farmacéuticas intentan maximizar los beneficios mediante la “externalización” de la producción de los medicamentos, en países conde los controles de calidad son menos rigurosos, y eso produce potenciales riesgos sobre los usuarios. Una industria pública permitiría que los criterios económicos no se impusiesen sobre la seguridad de los enfermos.
- Para acabar con los desabastecimientos. Los grandes beneficios de la farmacéutica se complementan con la desatención de aquellos medicamentos que aun siendo efectivos tienen una baja rentabilidad (se ha denunciado en España el desabastecimiento de 170 medicamentos, cuyo suministro no se asegura por las farmacéuticas porque tienen precios muy bajos y/o porque han desarrollado alguna alternativa de eficacia similar pero de mayor precio), lo que evidencia, una vez más, la preocupación de las farmacéuticas solo por sus extraordinarios beneficios y no por la salud de la población. El caso de Aspen de utilizar el desabastecimiento para presionar en la consecución de aumentos de precios es el ultimo escándalo conocido al respecto. Una de las tareas de una empresa pública es acabar con estas situaciones garantizando la accesibilidad de todos los medicamentos de eficacia probada aunque no tengan rentabilidad empresarial, eliminando de paso las maniobras especulativas de las farmacéuticas.
- Para reenfocar la investigación. Es bien conocido que las farmacéuticas dirigen una parte muy sustancial de la investigación hacia por un lado áreas de gran rentabilidad económica, no necesariamente social, y hacia modificaciones poco significativas de moléculas preexistentes que les permitan nuevas patentes a precios muy superiores sin añadir un valor terapéutico significativo. Una industria publica valdría para reenfocar esta situación y potenciar la investigación hacia enfermedades prevalentes desatendidas, y hacia áreas ahora casi abandonas por sus elevados costes y escasa rentabilidad (el mejor ejemplo es la búsqueda necesaria de nuevos antibióticos ante la utilización inapropiada de los mismos).
- Mejorar la transparencia. Las empresas farmacéuticas frecuentemente distorsionan el acceso a las informaciones sobre efectos adversos, limitaciones, etc, de sus medicamentos, una empresa pública serviría para garantizar la transparencia de todas las actuaciones, problemas y efectos adversos relacionados con la producción y utilización de los medicamentos.
- Favorecer el control de los precios. Una empresa pública podría mejorar la relación entre los precios reales de producción y dispensación, tanto por los precios de sus productos, como por su influencia sobre los competidores no públicos. Conviene recordar que una de las propuestas iniciales del denominado Obamacare era precisamente el establecer un aseguradora pública que pudiera ejercer esta función de moderación de los precios de los mismo (se calculaba que lograría rebajas en torno al 15%) Otro ejemplo, en Brasil recientemente una iniciativa empresarial pública proponía la producción de Sofosbuvir a un precio 5,81 veces inferior del que factura Gilead (que por cierto vende el producto en ese país a 16.000 reales, unos 4.000€ al cambio).
La reflexión estratégica tiene que ver con el punto anterior. La presencia de una empresa farmacéutica pública daría un gran margen de negociación al gobierno a la hora de acordar y/o pactar precios y condiciones con las farmacéuticas, un margen hasta ahora inexistente, debido en gran parte en la ausencia real de alternativas. Imaginemos que el Gobierno en su día hubiera decidido en el caso del Sofosbuvir la “quiebra de la patente” ante una necesidad de salud pública, al día siguiente se hubiera encontrado en la misma situación de no poder atender la demanda asistencial, porque ninguna otra empresa estaría dispuesta a fabricar el producto por miedo a las consecuencias (legales, boicoteo de productos, etc.). Solo la presencia de una industria pública farmacéutica convierte a esa alternativa en una realidad factible.
Finalmente habría que hacer otras consideraciones suplementarias. En primer lugar podría pensarse que el elevado numero de medicamentos existentes (mas de 70.000 patentes de medicamentos en el mundo), seria un obstáculo difícilmente salvable. No obstante conviene recordar que la ultima lista de medicamentos esenciales actualizada por la OMS en junio de 2017 recoge solo 433 medicamentos, y que ese elevado numero de patentes incluye toda la variedad de “pseudo medicamentos” presentes en el mercado, que ninguna industria pública seria tendría el menor interés en producir. Incluso admitiendo que la lista de la OMS es probablemente demasiado restrictiva, no tiene interés la producción pública de mas de 1.000 o 1.500 medicamentos distintos, y por supuesto cualquier intento consistente de poner en marcha una industria pública, debería de comenzar por un listado mucho mas limitado, porque se trata de un sector que precisa inversiones y experiencia para poder desarrollarse que no pueden improvisarse de la noche a la mañana.
La segunda es el conocido problema de las patentes y los sistemas internacionales que las protegen, una realidad incuestionable, que debería de cambiarse y que solo es factible hacerlo a escala internacional, precisando de actuaciones coordinadas y muy complejas, en las que por supuesto hay que ir dando pasos. Ahora bien, fiarlo todo a este cambio en las relaciones que regulan el comercio y la investigación en el ámbito global, me parece una actitud demasiado pesimista, porque es improbable que se consiga a corto y medio plazo. Algunas cosas pueden y deben hacerse aquí y ahora, propiciar un industria pública farmacéutica es una de ellas, y por cierto nada fácil de conseguir, porque va contra la tendencia neoliberal de privatizar y adelgazar el estado, y se encontrara con una gran resistencia de ese poderoso “lobby” que es Farmaindustria.
La tercera tiene que ver con la existencia de un dispositivo público en nuestro país, el Centro Militar de Farmacia de la Defensa que posee instalaciones y personal cualificado para constituir un embrión de esta empresa pública farmacéutica y que a día de hoy se encuentra totalmente infrautilizado.
Entiendo que hay razones suficientes para poder avanzar en esta iniciativa, que puede ser clave para garantizar la sostenibilidad de la Sanidad Pública en nuestro país.