El Covid-19, algo más que un problema de salud pública
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Algo que podemos constatar ante la epidemia del nuevo coronavirus (Covid-19) es el de cómo se remueven un montón de cuestiones que afectan a los diversos sustratos culturales de la humanidad y además con acentos particulares según el ámbito territorial y civilizatorio.
Parece bastante claro que la respuesta colectiva e individual ante la epidemia a la que estamos asistiendo, con potencialidad de llegar a ser una pandemia, se vive de forma diferente en las diversas partes del mundo, especialmente en el mundo occidental y en el oriental, y no sólo por cuestiones relacionadas, que también, con el modelo socio político vigente en países de oriente como China, que obviamente tiene características bastante diferentes de los de Europa occidental y EEUU, en cuanto a su capacidad de planificación e intervención social. No se trata de hacer una evaluación comparativa sobre si son mejores o peores unos u otros, sino simplemente constatar evidencias empíricas, que seguramente en el próximo futuro tendremos nuevas oportunidades de hacer.
Parece claro que entre bastantes sectores de la población se ha generado una situación de temor/pánico, sentimiento que incorpora elementos significativos de irracionalidad, pero que tienen profundas raíces en elementos antropológicos y en hechos ocurridos a lo largo de la historia de la humanidad. A esta “epidemia” de pánico contribuye de forma significativa también la ausencia de una información rigurosa por parte de las autoridades políticas y sanitarias, así como la no puesta en marcha de un plan creíble para confrontar con esta epidemia. Los recortes y privatizaciones de los últimos años en el sistema sanitario interfieren muy significativa en la puesta en pie de ese plan.
La cuestión de “las mascarillas”, y el acopio compulsivo que ha llevado a su agotamiento en los puntos de venta habituales, además de la sustracción de forma intensa y extensa en las últimas semanas en los centros sanitarios, es una expresión de esa afectación psicosocial sobre una base previa de corrupción generalizada.
Es evidente que vivimos en un mundo en el que el pensamiento irracional avanza como una mancha de aceite en el papel. Sería difícil que en un asunto como en el que estamos tratando se instaurase de forma milagrosa el “pensamiento racional”. La actitud de los medios de comunicación desde luego no ha contribuido, al menos hasta ahora, a ello, aunque en los últimos días estamos asistiendo a una mejora en la calidad de la información de estos.
Los organismos internacionales relacionados con la salud pública están transmitiendo una información de calidad y con cierto detalle, aunque ciertamente con diferencias sustanciales. La Comisión Nacional de Salud China actualiza los datos puntualmente cada 24 horas, incluyendo sábados y domingos. En esa información incorporan un conjunto de items que permiten hacerse una composición bastante rigurosa de la evolución de la epidemia del Covid–19 en ese país. Entre esos items incluyen los casos graves; casos sospechosos nuevos, casos sospechosos totales; fallecimientos en las últimas 24h, fallecimientos totales; curaciones en las últimas 24h, las curaciones totales; el conjunto de casos graves cada día; el total de personas sobre las que se ha hecho seguimiento a lo largo del ciclo epidémico, y las personas que siguen en seguimiento el día de la publicación de los datos correspondientes. Este conjunto de informaciones nos permiten comprobar cómo el número de fallecimientos ha ido disminuyendo de una forma muy significativa, desde un máximo de 254 el día 13 de febrero a los 42 del día 2 de marzo; igual tendencia a la baja ocurre con los casos nuevos confirmados o los casos nuevos sospechosos, así como las personas que continúan en seguimiento que eran de 46.619 el día 2 de marzo; el total de las personas a las que se le ha hecho seguimiento durante el transcurso de la epidemia también a efectos del 2 de marzo son 663.200. Toda esta información es referida a China.
En el caso de la agencia europea ECDC los datos se actualizan cada 36-48 horas y no se hace los fines de semana. Aunque la amplitud de la información no es de la misma calidad que la de la Comisión Nacional de Salud China, es aceptable, al menos de momento. En lo referente al Ministerio de Sanidad español se incorpora a la información un dato de interés, tal cual es la tasa de letalidad a nivel global y en cada uno de los países más afectados.
Como todos los graves problemas a los que se ha enfrentado la humanidad, la epidemia del Covid-19 puede servir para avanzar en todos los sentidos, incluyendo el del pensamiento racional, además de los avances científicos en temas de salud y otros; también en el impulso a los Sistema Sanitarios Públicos cuya necesidad se pone de plena evidencia en estas situaciones. O por el contrario, puede ser un momento para la involución social, de avance del irracionalismo y deterioro de los avances científicos. Parece obvio que estamos asistiendo a ambos fenómenos de forma simultánea, es inevitable, pero es muy importante hacer todos los esfuerzos para que la hegemonía en este debate caiga en el campo de la racionalidad y como en otras crisis anteriores de diversa naturaleza, suponga finalmente un avance de la civilización.
El Covid-19 es una antropozoonosis
El Covid-19 es una antropozoonosis, y es bueno que recordemos tal condición porque en los últimos años han tendido a olvidarse las antropozoonosis como problemas muy importantes de salud. Curiosamente con el desarrollo de nuevas formas de relación con el mundo animal se olvida de que estos, además de la importancia que tienen para la naturaleza y la vida en su conjunto, son reservorios de importantes enfermedades con capacidad de transmisión entre ellos y también a los seres humanos; y que además esa capacidad de transmisión es cambiante, es decir, agentes infecciosos que antes no la tenían pueden adquirirla, bien por determinados cambios en sus características internas y/o ambientales; una vez transmitida a los seres humanos esos patógenos están listos para transmitirse entre [email protected] . En el medio rural, aún se guarda, en cierta medida, una memoria de las antropozoonosis, por que éstas, durante muchas generaciones, condicionaron no solo la salud de la gente si no también las economías familiares. Hasta hace muy pocas décadas antropozoonosis como la brucelosis, la hidatidosis o la tuberculosis tenían una importancia muy significativa en el medio rural, pero en el medio urbano que hoy es claramente mayoritario en nuestra sociedad el recuerdo histórico que se tiene es muy limitado a las personas de mayor edad y desde luego no está en absoluto presente en las nuevas generaciones.
Cuestiones como las macrogranjas, o la explotación industrial de la avicultura que suponen además de una brutal agresión a los derechos de los animales, un ámbito excepcional para la generación de nuevas epidemias. La tendencia cada vez mayor a convertir viviendas de 40 0 50 metros cuadrados en pequeños zoos, también traerá sin duda repercusiones en la evolución de las antropozoonosis.
Las enfermedades infecciosas no han dejado nunca de estar presentes en la realidad, en mayor o menor medida; y lo seguirán estando en el futuro. Haber bajado la guardia ante esta cuestión, desde al menos una parte de los sistemas sanitarios en occidente ha sido un problema que aún se está a tiempo de rectificar. Esa bajada de guardia por parte de un sector muy importante de los profesionales de la sanidad ha tenido un gran impacto en la opinión pública en general, que en algunos momentos ha llegado a considerar que estas, las enfermedades infecciosas, en sus diferentes variantes son cosa del pasado. La realidad es terca y vemos cómo ese "mito" no se corresponde para nada con la realidad. Romper esa ficción a veces es costoso tanto desde el punto de vista individual como colectivo. La humanidad sigue siendo frágil y cada día nos lo demuestran los fenómenos climáticos, los fenómenos sísmicos... pero también las enfermedades en todo su amplio espectro, pero especialmente las infecciosas, tanto la reactivación de las viejas como la aparición de nuevas enfermedades. Solamente el avance civilizatorio y muy especialmente los sistemas sociales colectivos, tanto en temas de salud, como en otros, tales como prestaciones sociales, educación, etc., son los que mejoran esa fragilidad y nos fortalecen como especie humana. El individualismo asociado al neoliberalismo y habitualmente al irracionalismo debilita por supuesto ese avance y por tanto tiende a fragilizar a la humanidad en su conjunto.
Hemos asistido en los días anteriores a diversas informaciones especialmente a través de redes en las que se hacían interpretaciones conspiranoicas del origen de la epidemia, el Covid-19, o se le quitaba importancia a esta. Se ha hecho muy especialmente comparándola con las diversas epidemias de la gripe.
En primer lugar hay que decir que las epidemias de la gripe han tenido características muy diferentes en cada caso, la gripe de 1918 provocó entre 30 y 50 millones de defunciones según diversos cálculos y la del 2009 que tuvo su origen en un virus similar, a la del 18, el H1N1 provocó alrededor de 500.000 muertos a nivel global que no es poca cosa. Pero lo que podemos llamar epidemias de gripe estacionales tienen una mortalidad aproximada de un 0,1%, muy diferente es la tasa de mortalidad que tiene el Covid-19, que aunque varía significativamente de unos países a otros y con los datos actuales nos encontramos que esta tasa de mortalidad varia entre un 3,4% en China; el 2,6% en Italia; de un 4,4% en Irán y de un 0,6% en Corea del Sur. Por otro lado, las epidemias estacionales de gripe dejan una memoria inmunitaria en la población cosa que como es obvio no puede ocurrir con el Covid-19, lo cual en principio es un factor que puede facilitar la extensión de la epidemia.
Es una temeridad desde el punto de vista científico y también social hacer hipótesis cerradas sobre la evolución de la epidemia del Covid-19 y su gravedad. El único espacio geopolítico/sanitario en el que hay ya una perspectiva significativa para sacar conclusiones provisionales es China, pero incluso en ese caso siguen abiertas muchas incógnitas, como por ejemplo el reservorio animal concreto a través de los que ocurrieron las primeras transmisiones, la evolución de las personas en principio curadas, la variabilidad temporal en el periodo de incubación del virus… En cualquier caso hay que constatar que en China la epidemia no ha evolucionado según lo que podríamos llamar “la evolución natural”, porque la intervención de las autoridades sanitarias y políticas de ese país han condicionado de una forma muy rotunda esa evolución.
No es fácil hacer previsiones, pero vistas las tendencias actuales entra dentro de lo previsible que la epidemia del Covid-19 se vaya extendiendo en los próximos meses, tal como ya está ocurriendo en algunos países de Asia, Europa y los EEUU. Será de primerísima importancia observar lo que vaya ocurriendo en el continente africano y en América Latina. En el caso de África las relaciones con China, tal como es bien conocido, son muy estrechas, lo que implica un intercambio aéreo de gran intensidad. La revista The Lancet ha realizado una proyección teórica sobre cómo podría ser ese hipotético desarrollo en el continente africano. En el caso de África hay además un elemento importante cual es la debilidad de sus sistemas sanitarios.
Con el paso del tiempo y sobre todo en países con sistemas sanitarios menos robustos que el chino o basados esencialmente en un carácter privado, veremos como ese proceso no será fácil de controlar y desgraciadamente en algunos casos asistiremos seguramente a un proceso de -evolución natural de la epidemia- .
En lo referente a tratamientos y vacunas hay numerosísimos ensayos en marcha también especialmente en China, algunos tratamientos farmacológicos basados en la cloroquina o antivirales utilizados hasta ahora en el tratamiento del SIDA parece que están dando resultados esperanzadores. En cuanto a la vacuna no se puede esperar que haya una para su uso al menos en un periodo de alrededor de dieciocho meses. La construcción de una nueva vacuna es un proceso complejo y que requiere, como ensayo clínico que es, pasar por fases de pruebas que garanticen su seguridad en los seres humanos.
El pasado 3 de marzo el profesor Vicenç Navarro publicó un artículo sobre el coronavirus de mucho interés pero erróneo, en mi opinión, en lo referente al tema de las vacunas. Técnicamente no se pueden crear vacunas para todos los virus que existen con agentes potencialidad patógena en el medio natural, ni técnica ni económicamente; y además esa línea tampoco resolvería la cuestión principal a la que nos enfrentamos que es el cambio de paradigmas culturales en relación con las enfermedades infecciosas. La higiene y la prevención tienen que ser las herramientas fundamentales en la lucha contra las epidemias, tal como ha ocurrido en China y que ha tenido unos buenos resultados.