FORO VASCO POR LA SALUD
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¿Dónde estamos y dónde debemos estar los/as profesionales de la salud en tiempos de crisis?
Como el resto de la sociedad desarrollada occidental, los/as profesionales de la salud estamos sumidos en la contradicción, en la paradoja de no ser tan felices como se podría esperar al poder disfrutar de unos niveles de vida y de protección social mejores que nunca.
Sumidos en la incertidumbre, porque no estamos seguros de lo que espera la sociedad de nosotros: Si debemos complacer los estándares de calidad de quienes se lo pueden pagar todo, o si debemos prolongar la vida en buena salud de la mayoría de las personas. Si debemos seguir siendo cómplices de la banalización de la asistencia sanitara y de la medicalización de la vida cotidiana o si debemos denunciar los excesos de las estructuras tecnológicas, financieras y profesionales que pretenden hacer negocio a base de mantener a la sociedad amedrentada con la amenaza de riesgos para su salud reales o ficticios. Si debemos ser coparticipes de la gestión que recorta en sanidad y en servicios sociales, o si debemos denunciarla y salir a la calle.
¿Es posible agarrarse a alguna certeza? Es comprensible la desorientación personal y profesional en un mundo donde la vida se valora de manera diferente. No vale lo mismo, aquí, en el País Vasco, que en Malí, o en Afganistán, o en Ciudad Juárez; hay lugares donde millones de niños y niñas mueren de hambre, mientras en otras se derrochan alimentos, haciendo de la obesidad un problema; incluso dentro de la misma sociedad, las garantías jurídicas no son iguales para todas las personas; hay lugares donde se viola el derecho a la vivienda o donde la protección de la salud no es la misma para la población inmigrante que para la autóctona, ni para las personas más favorecidas económicamente que para las menos.
La sociedad valora mucho nuestro trabajo como profesionales de la salud: nuestra destreza técnica, nuestros conocimientos y nuestra cercanía. Es una confianza que no podemos defraudar en tiempos de crisis y que trae como consecuencia que nos debamos implicar en la búsqueda de actuaciones que aminoren el sufrimiento de las personas más desfavorecidas de la sociedad y que denuncie las consecuencias de la confusión política y del desorden asistencial. ¿Desde qué posiciones? ¿Cuáles son las pocas certezas donde apoyarse?
Desde los Derechos Humanos y la Cultura Democrática
El derecho a la protección de la salud se reconoce como un bien público global que, para ser efectivo, tiene que apoyarse tanto en la legislación como en las decisiones políticas. El derecho a la protección de la salud alcanza todo su sentido cuando se apoya en los derechos humanos y se ejerce mediante mecanismos de construcción política y de participación ciudadana.
En cuanto a la política, se ha demostrado que los países más democráticos obtienen mejores niveles de salud, en términos de esperanza de vida, de mortalidad infantil y de otros indicadores. Por su parte, la promoción de los derechos humanos tiene una importancia indirecta en las políticas de salud, porque favorece el acceso a los alimentos y la protección del medio ambiente, y porque combate la violencia de género, por lo que debe formar parte de las políticas internacionales en un mundo global.
El reconocimiento de que el derecho a la protección de la salud es un derecho humano fundamental, y la convicción de que la búsqueda del grado más alto posible de salud es un objetivo irrenunciable en todo el mundo, proceden de la célebre conferencia de Alma?Ata de 1978. Desde entonces se repite que los gobiernos tienen la obligación de cuidar la salud de sus pueblos, que la desigualdad en salud se considera política, social y económicamente inaceptable, y que debe promoverse el desarrollo humano sostenible y el aumento de la protección social para lograr el máximo de salud para todos.
Desde la Cobertura Asistencial Universal y Pública
La cobertura universal debe ser vista como un objetivo en sí misma. Todas las personas, sin discriminación, deben tener acceso a todos los servicios que necesitan, no sólo a los básicos, y deben ser capaces de acceder a ellos sin que ello las lleve a la pobreza.
No es cierto que nuestro Sistema Nacional de Salud sea muy caro, lo que ocurre es que hay intereses muy poderosos que pretenden obtener ganancias negociando con las estructuras que cuidan de nuestra salud. Y que para ello no dudan en desprestigiarlo, en poner en duda los valores de solidaridad y pluralidad que lo sustentan, promoviendo la individualidad y la consideración de la salud como algo que se puede comprar.
No es verdad que en sanidad pública hayamos “vivido por encima de nuestras posibilidades”. Se puede afirmar que durante los años previos a la crisis, salvo el gasto farmacéutico, tanto el gasto per cápita en atención especializada como en atención primaria crecen igual o menos que el PIB. Es más, en gasto de personal se "ha vivido muy por debajo denuestras posibilidades".
En realidad lo que está pasando es que el neoliberalismo no soporta que los servicios públicos sean ofertados por el Estado cuando las empresas podrían obtener enormes beneficios si se considerasen un bien de consumo. La libre competencia en salud es un mito, los sistemas de salud de Europa, Canadá y Japón gastan mucho menos que los EEUU en servicios médicos porque se basan en la regulación de precios, en los pagos coordinados, en los presupuestos generales y en la contención de tecnologías costosas.
Desde una Atención Primaria fuerte
Desde hace veinte años hay pruebas suficientes de que los países que disponen de un nivel primario de salud fuerte consiguen mejores niveles de salud, mayor satisfacción de la población con su sistema sanitario y menores costes del conjunto de los servicios. También se sabe que el nivel de salud es mejor en las zonas donde existe un buen ratio de médicos/as y enfermeros/as de atención primaria; que las personas que reciben cuidados preferentemente de estos profesionales tienen mejores niveles de salud, y que una buena AP se asocia con mejores indicadores de salud, mejor salud autopercibida y menos hospitalizaciones.
Desde la Participación, el Buen Gobierno, la Transparencia, la Profesionalización de la Gestión y la Rendición de Cuentas.
Es evidente que el sistema tiene margen para mejorar la efectividad y eficiencia, perono es menos cierto que el coste de la sanidad pública española es uno de los más bajos de los países de la Unión Europea, obteniendo unos buenos indicadores de salud. Resulta necesaria una revisión del funcionamiento del sistema, pero sin dejar de lado la valoración de los resultados alcanzados. Se necesitan cambios, pero estos deben estar basados en una sería evaluación de lo existente y en una propuesta explícita de objetivos a alcanzar, fundamentalmente en términos de salud de la población.
Reivindicamos el lugar de las organizaciones de la sociedad civil, sanitarias y comunitarias en la conformación de la agenda sanitaria, así como en su implementación y seguimiento. La sociedad civil ha demostrado un papel clave en el empoderamiento de las personas para reclamar sus derechos y en la reducción de los desequilibrios.
Desde el interior del Sistema Público Sanitario y desde el Cambio Tecnológico
La agudización de la crisis económica contribuye a poner de manifiesto elementos de ineficiencia del sistema sanitario, como la utilización innecesaria de algunos servicios, el aumento incontrolado del uso de tecnologías costosas o los rendimientos mejorables de recursos humanos y materiales. Ante esta situación es evidente que hay que introducir cambios en el sistema, por ejemplo:
Aplicar medidas con visión de futuro, que no pongan en riesgo la financiación pública de los servicios, que garanticen la prestación de servicios de calidad en un tiempo razonable, según necesidad, lo más cerca posible del paciente, con mínima invasividad.
Decidir y explicar el objetivo de las medidas y valorar si otras medidas podrían conseguir el mismo objetivo
Aprender de otras experiencias y explorar los resultados de medidas nuevas antes de
generalizarlas. Introducir valores en el sistema, en sus gestores y en sus profesionales. Para mejorar la efectividad y la eficiencia de los servicios es imprescindible trabajar mejor y a menor coste.
Esto requiere el reconocimiento del trabajo bien hecho y desarrollar sistemas de motivación y
reconocimiento. Valorar y priorizar el uso de tecnologías de bajo coste. A menudo las prestaciones de mayor impacto en los medios de comunicación son las menos transcendentes en términos de impacto en la salud en la población.
Reducir la demanda y la utilización de servicios no necesarios, lo que requiere la formación de la población en general, de pacientes y de profesionales.
Es necesario reflexionar y tomar decisiones sobre nuevas estrategias de cuidados de la salud de nuestros conciudadanos, que garanticen la sostenibilidad y la buena atención, teniendo en cuenta el envejecimiento poblacional y la alta prevalencia de patologías crónicas que han dado lugar a perfiles de pacientes en los que la asistencia tiene que integrar lo social y lo sanitario y las cargas del cuidado habrán de repartirse entre hombres y mujeres con mayor justicia, desarrollando a su vez redes solidarias
Para realizar esto se necesita un nuevo liderazgo y una alianza creativa entre los agentes principales del sistema sanitario.
Y, sobre todo, desde la lucha contra la Desigualdad
Los estratos sociales más desfavorecidos tienen menos longevidad que las rentas más altas, y más enfermedad, sufrimiento y dolor en los años de vida. En el País Vasco hasta el 15 %de la mortalidad es atribuible a causas socioeconómicas, como nivel educativo, confort de la vivienda, clase social, desempleo o tabaquismo.
La crisis económica está afectando más a las personas menos favorecidas de la sociedad. Lo que sería muy preocupante es que los cambios introducidos en los sistemas sanitarios también les castiguen a los mismos. El Real Decreto?ley 16/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones puede suponer una menor accesibilidad a los más débiles (inmigrantes y personas en paro de larga duración, vagabundos, prostitutas, enfermos mentales sin familia, indocumentados, etc.), y ha propuesto un sistema de copago farmacéutico en el que pensionistas de bajos niveles de ingresos tendrán que, al menos adelantar, unas cuantías económicas que pueden ser relevantes en relación a sus ingresos. Provocando en algunos casos que se dejen los tratamientos farmacéuticos por no poder asumirlos económicamente. Parece imprescindible analizar las consecuencias de su aplicación y proceder a su revisión en los aspectos que afecten a la equidad del sistema.
EN CONCLUSION
Desde el ámbito profesional de la salud se puede hacer mucho para que los cambios que se produzcan en los sistemas sanitarios no empeoren aun más la salud de los perjudicados por la crisis. Si no se garantiza esto, la crisis económica se habrá transformado en una auténtica crisis social.
Estamos en contra de la privatización de la sanidad pública porque ello conduciría a la “ley de cuidados inversos”; ofrecer más servicios a quien menos lo necesitan y menos servicios a quien más lo necesitan. Por eso, estamos por ofrecer nuestro trabajo a toda la ciudadanía y no sólo a los/as asegurados/as aunque esto nos suponga actitudes de desobediencia como el ejemplar comportamiento de los/as médicos/as de familia y de las enfermeras/os de AP, objetores a la desatención de los inmigrantes.
Estaremos pendientes del activismo ciudadano, de las ideas que surjan de la calle y de las formas de inferir en la política institucional, porque, no recuperaremos la estabilidad social si no logramos integrar mejor valores, retos y necesidades socio sanitaria
OSALDE (FADSP)
OSATZEN (SOCIEDAD DE MEDICINA FAMILIAR Y COMUNITARIA DEL PAIS VASCO)
ASOCIACION DE ENFERMERIA FAMILIAR Y COMUNITARIA DE EUSKADI (EFEKEZE)
OME (AEN PAIS VASCO)
MEDICUS MUNDI BIZKAIA
MEDICUS MUNDI ARABA
Junio de 2013
Twitter: @fadspu
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